Que nada ni nadie apague nunca el brillo, la expresión y manifestación, de tu Dios Interno, ni siquiera como narra esta leyenda de la Serpiente y la Luciérnaga...las energías densas, como las envidias de los demás...
Apártate y bendícelas...
Apártate (aunque sea internamente) pero no con la conciencia de huida, sino con la conciencia de nuestro Cristo Interno que comprende qué sucede, ama al ser humano que lo provoca y perdona su inmadurez...
Bendice esta energía discordante y al ser que fue su vehículo y entrégaselo al poder transmutador de Dios...
Siempre la respuesta es el Amor...pero empezando hacia UNO MISMO.
Ananda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario