Por: Fernando González-Olaechea
julio del 2011
Alejandro dice que quieren exponer la
diversidad de plantas y los conocimientos ancestrales sobre sus usos. Es una
especie de preámbulo al paseo por el Museo de Plantas Sagradas, Mágicas y
Medicinales que inauguró hace tres días.
Camina por la primera de nueve salas del
museo. Se muestran los conceptos de salud y enfermedad, que son distintos a
cómo se entienden en Occidente. La segunda sala está dedicada a la hoja de coca
y su tradición en el mundo andino. Alejandro camina y explica que la coca
cumple una serie de funciones en los Andes, como el de ser elemento de trueque
para campesinos. Mientras avanza pasa junto a un diagrama con 32 tipos
distintos de hojas para la adivinación.
Un cuadro menciona a Freud y las polémicas
que desató al recetar cocaína para algunos tratamientos. Otro, el vino de coca
llamado Mariani que algún Papa saludó. A un metro se explica en un muro cómo
surge la Coca-Cola, como alternativa al vino de coca que se hacía en Atlanta
luego de la prohibición del alcohol.
Se menciona finalmente el problema de la
cocaína. Esta parte del recorrido termina con cinco ejemplos de pagos a la
tierra.
Fue en 1998 que Alejandro Camino, antropólogo
de profesión, esbozó la primera idea de lo que trece años después sería este
recinto. Visitó el museo del arroz en Filipinas, el del maíz en México, el del
tabaco en Cuba y el del chocolate en Suiza. Pero mientras más tiempo pasaba y
la búsqueda de socios y capital se enredaba, la idea se diluía.
Un museo de la coca era lo que tenía en
mente. Luego se enteró de que ya existía uno en el barrio de San Blas en Cusco.
Luego encontró la casa donde el viernes abrió el museo. Decidió, junto con los
socios que consiguió, expandir el concepto a plantas de la sierra y selva.
EL OBJETIVO DEL MUSEO
Lo que él quiere es generar conciencia e
informar a la gente sobre un tema que encuentra sustancial. No solo por la
posibilidad de comprender contextos socioculturales distintos y reivindicar
conocimientos ancestrales, sino por los beneficios médicos que se pueden
obtener de estas plantas y el riesgo que supone olvidarlas.
"El árbol de la quina, que fue clave para
combatir la malaria, se está extinguiendo. Lo tenemos en nuestra bandera, pero
la mitad de sus variedades han desaparecido",
comenta con cierto fastidio.
Luego vienen otras salas. Una está dedicada
al tabaco, otra al ayahuasca, al San Pedro, a la willka (cuya semilla se muele
y se aspira en ciertas comunidades de la selva). Hacia el final del recorrido
dos salas muestran las plantas medicinales de la selva y la sierra. La última
se trata de la biopiratería.
Sabe que el tema de su museo es polémico. Que
puede herir susceptibilidades o generar malas interpretaciones. No le preocupa
mucho eso. “Yo no promuevo el uso ni vendo estas plantas, lo que quiero es
informar sobre ellasâ€, dice.
Alejandro no ha perdido sus maneras de
catedrático. Como despedida dice que cada planta que es medicinal tiene también
algo de mágica.
Cusco tendrá museo de
plantas sagradas y medicinales
Inauguran en
Cusco primer museo dedicado a las plantas tradicionales peruanas
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